Consejería, empresas y centros creen que estos estudios deben afianzarse para conseguir más oportunidades laborales

Carlos Albánchez hizo la EBAU y la nota de corte no le permitió estudiar el Grado de Química en la universidad. Antes de perder un año en blanco, decidió matricularse en Formación Profesional en el IES Ramón y Cajal de Valladolid e hizo FP Dual en Química Ambiental y así, pudo completar su formación en el instituto con la que le ofrecía ese modelo dual en la empresa Crystal Pharma. El pasado año acabó los estudios y hoy ya trabaja en dicha empresa. Es un ejemplo de las posibilidades que encierra este modelo formativo para la búsqueda de un empleo cualificado.

Albánchez cuenta que la experiencia fue «muy fructífera» por el aprendizaje que supone y porque «para la inclusión laboral es bastante buena; si tu nivel es bueno y es una empresa estable, las posibilidades de quedarte en ella son muy altas». Para él, «lo mejor es la autonomía en el trabajo que te ofrece porque cuando son solo unas prácticas de tres meses, cuando ves que ya tienes esa autonomía para trabajar lo tienes que dejar, pero con nueve meses te permite ser independiente en tu puesto, ser un trabajador más», relata, mientras afirma que ahora estudia inglés para mejorar en su trabajo y considera matricularse también en la universidad para «estudiar a distancia».

El director general de Formación Profesional de la Consejería de Educación de Castilla y León, Agustín Sigüenza, asegura que «es un modelo que busca la excelencia», que se diferencia del alemán o el austriaco en que el alumno, aunque esté aprendiendo en la empresa, no deja de ser un estudiante, sigue ligado al centro educativo, pero «aprende a aplicar lo estudiado a situaciones reales», y atesora «una experiencia que le va a aportar un valor porque lleva meses en una empresa y ha pasado una selección», además de que «aprende algo que no puede aprender en el centro, el sentido de responsabilidad en el trabajo».

Todos los sectores productivos participan de esta formación que supone que los estudiantes encuentren un trabajo al finalizar los estudios en casi un 100% de los casos, según Sigüenza, que señala que «es un modelo que permite que cualquier empresa de cualquier sector y tamaño pueda contar con un aprendiz». Eso sí, reconoce que el esfuerzo «es mayor» para las pequeñas y medianas empresas, el reto de esta Comunidad Autónoma, que hace que implementar un modelo como este «sea difícil» aquí.

Más de la mitad de centros educativos concertados y uno de cada 3 públicos tienen FP Dual en la Comunidad y, a juicio de Sigüenza, no se necesitan más proyectos, pero sí «que las empresas acogieran más alumnos» y «seguir haciendo las cosas bien». «A lo mejor tenemos solo 700 alumnos, pero es un sistema de calidad, y si no, hacemos algo con pies de barro que se nos puede caer en cualquier momento».

Una de las bazas de esta formación es que cuenta con un plan muy individualizado del aprendizaje del alumno. Por eso, y como novedad, la Consejería de Educación está elaborando un manual de evaluación basado en competencias que estará listo en un mes para que el tutor de la empresa sepa cómo evaluar de acuerdo a una escala de desempeño y que «esa evaluación sea objetiva, que el feedback que llegue de un tutor no dependa de que le caiga bien o mal el alumno». Además, el título que se otorga a ese alumno tiene validez también en todo el espacio europeo, según Sigüenza.

Para el director del IES Ramón y Cajal de Valladolid, Marcelino Ángel Domínguez, esta formación «es positiva porque da más posibilidades de una formación superior a los alumnos en el medio empresarial», y que «su único objetivo debe ser la empleabilidad», aunque cita como negativo el papeleo que entraña para el centro educativo y considera que «debería haber un mayor compromiso de empleabilidad por parte de la empresa» porque «no hay mejor recurso que el que tú formas en tu empresa, y lo haces de forma muy barata, además». Piensa que en el certificado que reciben los alumnos debería concretarse más la empresa en la que ha hecho esa parte práctica y las competencias adquiridas porque es currículo».

Una de las entidades que ha apoyado este proyecto en la Comunidad ha sido la Fundación Bankia por la Formación Dual, que en Castilla y León ha permitido colaboraciones de centros educativos de Ávila, Soria, Palencia o Segovia, pero también un experiencia pionera: que alumnos del Ramón y Cajal de Valladolid hayan podido hacer sus prácticas en el sector público, concretamente en el Hospital Clínico de Valladolid (a través del Ciclos formativos de Laboratorio clínico y biomédico y de Anatomía patológica y citodiagnóstico) porque a través del programa Dualiza, Bankia ha aportado financiación al Instituto de Estudios de Ciencias de la Salud (Iecscyl) que ha permitido que los estudiantes recibieran el salario establecido en la FP Dual (al tratarse de un hospital público, no podía pagarlos directamente como una beca).

La FP Dual puede aportar empleados mucho más rápido a un mercado cambiante

Juan Carlos Lauder, director de Proyectos de la Fundación Bankia por la Formación Dual, sostiene que «España tiene un problema de desempleo juvenil que supera el 30%, pero a la vez se da la paradoja de que las empresas nos dicen que no encuentran determinados perfiles para su actividad» por lo que «la FP Dual puede ayudar a reducir este desajuste».

El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, y el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, firmaron un protocolo en 2014 que ha posibilitado esta colaboración, y Lauder apunta que este modelo educativo «también debe fomentar la corresponsabilidad de las empresas como agentes formativos de manera coordinada». A su juicio, debe implantarse «en más sitios y eso requiere que sea flexible y adaptado a las características del mercado laboral de ese territorio, y en Castilla y León, el gran reto es incorporar a las pymes, con la dificultad añadida de la dispersión y la extensión territorial».

Considera que Castilla y León cuenta con «un sistema muy flexible y que permite llevar a cabo una FP adaptada» a cada caso, y que ha influido la extensión del modelo a tres cursos escolares, la regulación de las horas, la remuneración del 50% del SMI y «el reconocer el papel de las capas intermedias, como las cámaras de comercio». «Esto es un tremendo acierto si queremos involucrar a las pymes», dice, para añadir que «ha sido una excelente experiencia», con «una puesta clara no por la cantidad sino poniendo el foco en la calidad», con «una labor como de lluvia fina; tienes que ir calando y convenciendo y no hay mejor manera de convencer que con resultados; si das un mal paso, puedes estropear todo lo hecho anteriormente».

Vender esperanza

Para el presidente de Empresa Familiar de Castilla y León, César Pontvianne, esta formación «hay que potenciarla mucho más porque, para el alumno y para la empresa supone un salto cualitativo para que la persona cuente con la capacitación mejor» para desarrollar un actividad profesional. Hay que mirar a países como Alemania, que han logrado niveles de paro juvenil mucho más bajos, y apunta que «los empresarios tenemos ganas de desarrollarlo», pese a que «las cifras ahora son muy pobres». Por eso «debe haber una mayor colaboración entre centros educativos, administración y empresas», y ahí entra la baza de «dignificar una FP que durante años ha estado denostada», cuando «en el mercado de trabajo hay más requerimiento de gente con FP que con titulaciones superiores». Además, Pontvianne sostiene que «hay que vender esperanza» y en un mundo tan cambiante, en el que la robótica, el internet de las cosas o la inteligencia artificial están cambiando la sociedad, «vamos a poder aportar trabajadores más rápido al mercado de trabajo» por medio de fórmulas como la formación dual.

Fuente: ABC Castilla y León